
Tomares ballus en Villaseco del Pan (Zamora). 18 de abril de 2018.
Debió de ser hace unos 13 años, en uno de los primeros paseos que compartí con él por tierras zamoranas. Emmanuel D’Hoore -entusiasta naturalista que lo mismo domina la ornitología que la botánica, la micología o la liquenología- fue el responsable de despertar en mí un interés sistemático por el fascinante mundo de los lepidópteros. Aquella mañana de marzo me señaló aquella minúscula y maravillosa mariposa posada sobre una pequeña planta, apenas más grande que ella, a muy pocos centímetros sobre el suelo. ¡Es Tomares ballus! exclamó como si acabara de descubrir a una celebridad en aquel rincón felizmente perdido de la comarca de Sayago.

Y no le faltaban razones para su entusiasmo. Después de todo, en Bélgica -el país de origen de Emmanuel- no existe este licénido, cuya distribución mundial se limita al Magreb, la península Ibérica y el sureste de Francia. Es Tomares ballus una especie de marcadas querencias mediterráneas que busca las regiones secas y soleadas aunque no es tampoco, precisamente, una amante de los grandes calores. De hecho, su período de vuelo se restringe a un par de meses en la transición del invierno a la primavera. En las mañanas de los días claros y sin viento de marzo y abril -que no son tantas, ciertamente- podemos encontrarla, eso sí, posada muy cerca del suelo y envuelta en su lanudo abrigo de intenso color verde, tomando el sol durante unas cuantas horas antes de activarse.
El nombre del género linneano al que pertenece –Tomares– está tomado del de una pequeña ciudad andaluza próxima a Sevilla. El creador de este género, el médico y entomólogo francés Jules Pierre Rambur visitó Andalucía entre 1834 y 1835 y fruto de este viaje publicaría más tarde dos obras fundacionales en el conocimiento de los lepidópteros ibéricos: Faune entomologique de l’Andalousie y Catalogue systématique des Lépidoptères de l’Andalousie. Viaje, por cierto, en el que no faltaron las aventuras y desventuras de inequívoco sabor romántico: asaltos de bandoleros en la sierra y detención por las autoridades británicas acusado de espionaje tras ser sorprendido escalando el Peñón.

En el transcurso de los cinco años que llevamos trabajando en el Atlas de las mariposas diurnas de Zamora (Proyecto “Barbuleta”) los miembros de NaturZamora-Asociación Zamorana de Ciencias Naturales podríamos llenar también un montón de páginas con anécdotas vividas -y algunas inventadas- durante las prospecciones de campo que nos han llevado a recorrer toda la provincia (10.500 km2) buscando y estudiando a estos bellísimos insectos. Más de 50 personas que han aportado cerca de 20.000 registros relativos a un total de 138 especies: un pequeño ejército de héroes de la ciencia ciudadana. Un ejemplo verdaderamente gráfico de la enorme importancia de la labor realizada es precisamente el caso de Tomares ballus, considerado hasta hace poco una especie rara en Castilla y León.

En el Atlas de las mariposas diurnas de la Península Ibérica se recoge su presencia en tan solo cinco cuadrículas UTM de 10×10 km correspondientes a la provincia de Zamora. Pues bien, en el período 2014-2018 hemos recogido observaciones de esta especie en 52 cuadrículas, es decir, hemos multiplicado por diez la distribución conocida de la especie en este territorio y estamos -por fin- muy cerca de conocer su distribución real. Gracias a esto sabemos, entre otras cosas, que resulta especialmente frecuente en el cuadrante suroccidental, sobre todo en las comarcas de Sayago, Tierra del Pan y Tierra de Alba. Y que se encuentra también bastante extendida por las comarcas más orientales como Benavente, Campos, Toro y Tierra del Vino pero que parece ser realmente muy escasa y localizada en todo el cuadrante noroeste. Ocupa básicamente áreas con relieve suave cubiertas de matorral bajo y claros de bosques de quercíneas, en altitudes comprendidas entre los 400 y los 1000 m. Por otro lado, el período de vuelo registrado en Zamora comprende entre la última semana de febrero y la última de abril.

El primer paso para poder proteger y conservar nuestra biodiversidad es conocerla, saber qué especies tenemos, cuál es su distribución, en qué estado se encuentran sus poblaciones, sus tendencias…Un conocimiento que resulta vital pues estamos hablando, no ya de un recurso más sino de la base cada vez más vulnerable que sustenta nuestro propia supervivencia. Y este conocimiento procede en gran medida de las ingentes aportaciones de la llamada ciencia ciudadana. De esforzados y entusiastas voluntarios que dedican de modo altruista enormes dosis de tiempo y trabajo a este cometido. Esta entrada quiere ser un pequeño homenaje a todos esos verdaderos héroes románticos.
Verdaderamente maravilloso el mundo de las mariposas!!.
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Que genial es leerte. Muchas gracias
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Gratas lembranzas teño desta delicada bolboreta. Tiven a sorte de observala por primeira e única vez o 30 de Abril de 2016 nun monte de Bretocino. Por certo que facía bastante frío aquela mañá e foi case o único insecto activo que había. Sorprendente a fenoloxía tan precoz da Tomares ballus.
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Moitas grazas por compartir esta fermosa experiencia, Xabier. Tomares ballus é unha das nosas xoias no relativo a lepidópteros. As nosas poboacións están entre as máis ao noroeste da súa área de distribución global.
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MUCHAS GRACIAS PIE VUESTRA LABOR.(y también por la manera de ” contarlo”)
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Muy intetesante, gracias
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Pingback: Espacios radiofónicos del mes de marzo – Un blog de José Alfredo Hernández
Muy interesante, muy curioso y dibulgativo.
Gracias desde Tomares (SEVILLA)
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