
El sábado pasado estuvimos observando aves con los niños (y algunos padres) del barrio zamorano de Rabiche. La actividad estaban organizada por la asociación Menesianos-Zamora Joven y contaba con la colaboración de la Concejalía de Servicios Sociales.

Los chicos tuvieron la oportunidad de ver a través de nuestros telescopios algunas de las aves más llamativas y características de las riberas del Duero. Especies como la garza real, el águila calzada o el milano negro, de las cuales la mayoría de ellos oía hablar por primera vez en su vida, a pesar de que todas ellas anidan a apenas unos cientos de metros de sus casas.

Pocas vivencias pueden ser más necesarias para la felicidad de un niño o un adolescente: desarrollando sus sentidos al aire libre, descubriendo las maravillas y misterios de su entorno. Nada como contemplar sus caritas iluminadas por el asombro, tras haber mirado por el cristal mágico del ocular.

Con nuestro programa “Una mañana con las aves”, realizamos con alumnos y profesores una introducción al fascinante mundo de la observación de las aves. Y lo hacemos en un entorno muy cercano: las riberas del Duero. Está claro que no es necesario (ni, muchas veces, lo más indicado) llevar a cabo este tipo de actividades en espacios naturales protegidos o emblemáticos.

En nuestro entorno inmediato podemos encontrar medios muy ricos en fauna y en flora que nos pueden deparar las mejores observaciones sin grandes desplazamientos. Hay que reivindicar el papel fundamental y el enorme valor de la naturaleza urbana, para las actividades de educación ambiental y de turismo natural.
(Queremos expresar nuestro agradecimiento a Rosalía Esteban por las fotografías de la actividad y, sobre todo, por haber contado con nosotros.)