
¿Qué tenían en común Azarías – el inolvidable personaje de la novela Los santos inocentes de Miguel Delibes- y el padre de la etología y Premio Nobel Konrad Lorenz? Que los dos tenían como mascota a una grajilla occidental (Corvus monedula), una inteligente ave de la familia de los córvidos del tamaño de una paloma, hábitos gregarios y comportamiento social extremadamente sofisticado.

Azarías llamaba Milana a su protegida mientras que el nombre de la grajilla que acompañaba a Lorenz en sus paseos era Choc, una simple onomatopeya del sonido que más habitualmente emiten estas aves. El asesinato cruelmente gratuito de la Milana desencadenó el deseo de venganza en el sencillo y bondadoso espíritu de su dueño mientras que el doctor austríaco nos cuenta cuánto aprendió de las andanzas de Choc y sus congéneres en su conocida obra El anillo del rey Salomón.

Las grajillas son, sin duda, los más urbanitas de nuestros córvidos: las podemos encontrar con frecuencia en pueblos y ciudades. Edificaciones de todo tipo -castillos, iglesias, viviendas, puentes, presas- acogen sus colonias de cría, siempre que dispongan de huecos adecuados para anidar (también utilizan las oquedades de las rocas y de los árboles), tranquilidad y recursos tróficos suficientes. Se trata de un ave omnívora con una especial preferencia por los insectos y otros invertebrados pero que también consume frutos y semillas, pequeños vertebrados y desperdicios.

En Zamora es más común en la capital, donde aún disponemos de una población muy importante aunque en regresión. Además, su área de distribución se extiende principalmente por las comarcas de Tierra de Campos y Tierra del Pan, con colonias dispersas por los cañones de los ríos Duero, Esla y Tormes y los cascos urbanos de Benavente y Toro. En el noroeste de la provincia su presencia está prácticamente limitada al castillo de Puebla de Sanabria y al conjunto de presas construidas en el curso medio del río Tera.

En nuestro entorno es conocida principalmente por dos tipos de nombres vernáculos: los diminutivos de “graja” (grajilla, grajeta…) y los onomatopéyicos choa, choya o chova que, aunque utilizados en las listas patrón para sus parientes del género Pyrrhocorax, tienen un uso popular extendidísimo para la grajilla.

Son aves bastante conocidas aunque no siempre resultan populares. Existe un gran desconocimiento y marcados prejuicios sobre su biología que han llevado a que se la haya perseguido con frecuencia de modo injustificado. En las últimas décadas sus poblaciones han sufrido una marcadísima regresión que lleva camino de convertir a esta antaño abundante ave en un candidato a la lista roja de especies amenazadas (dos años después de haber escrito esta entrada, la grajilla fue incluida en el Libro Rojo de las Aves dentro de la categoría de especie «en peligro»).

Ovidio en su obra poética Amores dice que las grajillas son precursoras de las lluvias y Plinio menciona el aprecio que sentían por ella tesalios, ilirios y lemnios pues les había librado de las plagas de langosta comiéndose los huevos de estos insectos. Espero seguir escuchando por muchos años su alegre algarabía alrededor de mi casa. La verdad es que cuesta mucho imaginar un mundo sin la Milana y Choc.

En Benavente hace tiempo que ni se oyen, ni se ven grajillas. Hoy 19 noviembre 2020.
José Ignacio Regueras Grande.
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Fué una grata sorpresa ver las fotografías de la familia novelística y del córvido, ahora que disfruto la genial novela de Delibes. Saludos desde México.
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Buena elección, Eduardo. Un saludo.
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