Martín pescador (Alcedo athis): tesoro de las riberas

Una de las sensaciones más emocionantes que se pueden experimentar recorriendo las orillas del río Duero, es la proporcionada por el encuentro con esta pequeña joya alada de increíble coloración.

A pesar de sus brillantes y llamativos tonos, puede pasar desapercibido cuando permanece inmóvil posado sobre una rama de sauce o un tallo de carrizo, al acecho de sus presas acuáticas: peces, anfibios, insectos…

Un súbito fogonazo cromático le delatará cuando huya velocísimo, sobrevolando al ras la lámina de agua o cuando rompa su superficie con un picado vertical al lanzarse sobre una presa. También su reclamo de alarma -“tiiit”- puede resultar muy útil para detectar su presencia.

El tramo ribereño del río Duero a su paso por Zamora alberga habitualmente varias parejas reproductoras de martín pescador (4 o 5 en los últimos años). Anidan en pequeños túneles que excavan en los taludes arenosos de las orillas de los ríos y arroyos, realizando por lo general dos puestas anuales de 5 a 7 huevos cada una.

Se trata de una de las especies más perjudicadas por el deterioro de nuestras aguas dulces, de hecho en la última edición del Libro Rojo ha sido incluido en la categoría de «en peligro». En nuestra provincia presenta un distribución muy amplia, encontrándose, en mayor o menor medida, en todas sus comarcas pero su población es poco densa ya que las parejas reproductoras precisan de territorios bastante extensos.

Así que ya sabéis: no es necesario viajar a destinos exóticos o visitar lejanos y famosos parques nacionales para disfrutar con la suerte de encontrarnos con criaturas míticas y verdaderamente deslumbrantes. Porque podemos hallarlas a tan solo unos centenares de metros de nuestras casas. Y seguirán ahí -no lo olvidéis- mientras no cometamos la estupidez de destruir el medio natural donde habitan.