
Fue un día de mediados de marzo de 2014 cuando descubrí a este macho de cárabo tomando el sol a la puerta de su refugio en un viejo álamo del bosque zamorano de Valorio. Desde ese momento, se convirtió en un verdadero icono para los observadores de aves locales que lo bautizaron con el nombre de “Agustín”, en recuerdo del poeta, gramático y pensador zamorano García Calvo, quien dedicó no pocos versos a nuestro pequeño bosque suburbano.

Los retratos de Agustín, reproducidos en folletos y paneles informativos, constituyen ahora el emblema indiscutible de Valorio y su fauna salvaje. Pero él, ajeno a esta fama sobrevenida y a la humana obsesión por las imágenes, continúa dedicándose a sus cosas de cárabo: ulular, cazar roedores y pájaros y criar un par de alucones cada temporada. Y ahí sigue.

Qué maravilla!
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Verlo al vivo es fantástico!
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Las dos últimas veces que pasé por Zamora en los últimos años me recorrí Valorio entero, mirando árbol por árbol, pero no di con él, con la ilusión que me hacía 😦
La próxima vez lo vuelvo a intentar. Viva Zamora! Saludos desde Coruña.
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