Censo de cigüeñas invernantes

<<Las cigüeñas ya no emigran, ya no marchan a África.>> Desde hace veinte o treinta años oímos con frecuencia esta frase u otras equivalentes que reflejan la creencia -cada vez más extendida- de que la cigüeña blanca (Ciconia ciconia) ha roto por completo con la tradición migratoria que caracteriza a esta popular y espectacular ave, de marcadas querencias antropófilas. Cierto es que esta creencia tiene su fundamento: en las últimas décadas, en los atardeceres de los meses otoñales, los habitantes de Zamora pueden observar, casi a diario, la espectacular entrada en la ciudad de centenares de cigüeñas blancas que pasan la noche congregadas en diferentes edificios de su casco antiguo, como la catedral de San Salvador o la iglesia de San Ildefonso.

Pero ¿hasta qué punto es verdadera esta aseveración? El pasado fin de semana tuvo lugar el III Censo Nacional de Cigüeña Blanca Invernante (los anteriores se llevaron a cabo en 1995 y 2004, así que ya era hora) coordinado por SEO/BidLife. Como participantes en el mismo, Gonzalo Criado y yo visitamos el sábado 24 el Centro de Tratamiento de Residuos (CTR) de Zamora (el basurero o vertedero, para que nos entendamos), punto donde en estas fechas se concentra la práctica totalidad de la población invernante en la provincia de Zamora. El censo que obtuvimos fue de 426 ejemplares. En otras partes de la provincia, Cristian Osorio censó la reserva natural “Lagunas de Villafáfila” donde tan sólo había un ejemplar mientras que José Ignacio Regueras cubrió exhaustivamente el Valle de Vidriales, en este caso sin encontrar un solo ejemplar. Esta situación -nidos vacíos, ausencia total o presencia anecdótica de cigüeñas- es la regla general en la práctica totalidad de la provincia durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, con la excepción patente del entorno de la capital y el vecino CTR.

Desconozco cuál es la población reproductora actual de cigüeña blanca en Zamora, el último censo que he visto publicado, el de 2004, habla de 1.581 parejas. Aceptando que la población actual no parece ser demasiado diferente, y que según los estudios del biólogo zamorano Pablo Santos la productividad en esta provincia varía entre 0,6 y 2 pollos por pareja, podríamos aventurar que la población provincial de cigüeñas al terminar la temporada de cría podría moverse, «grosso modo», en cifras comprendidas entre los 4.000 y los 6.500 ejemplares. Esos 427 ejemplares que se han quedado aquí a pasar el otoño constituirían, entonces, tan sólo entre un 7 y un 10% -redondeando- de la población nativa. Una fracción, ciertamente, muy minoritaria. Pero es que, además, sabemos que una parte muy importante de estas cigüeñas blancas que se alimentan durante el otoño en el CTR de Zamora, durmiendo muchas de ellas en la ciudad, no son precisamente nativas. La lectura de anillas nos cuenta que muchas proceden de otros estados de Europa occidental (Francia, Alemania…) o de otras provincias españolas.

En resumen, es cierto que un número importante y creciente de cigüeñas blancas se quedan aquí durante el otoño en vez de emprender el viaje habitual hacia el sur. Pero son sólo una pequeña parte -seguramente mucho menos de la décima parte- las que no emigran . Una mayoría apabullante siguen comportándose como audaces viajeras, cruzando el estrecho de Gibraltar camino del África subsahariana, como se puede comprobar fácilmente contemplando el fabuloso espectáculo de las decenas de miles de cigüeñas que pasan todos los años por Tarifa.

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