
En los días soleados del otoño avanzado a menudo nos sorprende la abundante presencia en nuestros bosques, jardines y campiñas de una gran y vistosa mariposa de partes superiores de color negro brillante con anchas franjas rojas y salpicadas de manchas blancas en los extremos. Se trata de la Numerada, Vulcana, Atalanta, Vanesa o Almirante rojo, nombres comunes todos ellos por los que se conoce en español a este precioso miembro de la familia de los ninfálidos cuya denominación científica es Vanessa atalanta.

Si nos fijamos atentamente, veremos que muchas de estas mariposas vuelan velozmente con inquebrantable dirección hacia el sur: se encuentran en plena migración. Procedentes del centro y el norte de Europa se dirigen a las regiones cálidas del entorno del Mediterráneo a donde acuden para reproducirse, dando lugar a una nueva generación. Los individuos de esta generación sureña emergerán tras el invierno y desandarán el camino que realizaron sus progenitores, para reproducirse a su vez en las latitudes norteñas del continente. La generación ahí originada migrará al sur tras el verano, cerrando de este modo el círculo viajero.

En Zamora se trata de una mariposa ampliamente extendida que se reproduce en diversos tipos de hábitat, pero especialmente en zonas arboladas abiertas y húmedas donde estén presentes las plantas de que se nutren sus orugas y que son, principalmente, las ortigas (Urtica dioica y Urtica urens) y, en menor medida, el cardo común (Carduus tenuiflorus) y el lúpulo (Humulus lupulus). En muchas áreas demasiado abiertas o secas no aparece como reproductora y tan solo la vemos durante las migraciones.

En nuestra región se producen dos generaciones: los adultos de la primera emergen en mayo y junio y los de la segunda entre agosto y octubre. En realidad, podemos disfrutar de su visión durante todos los meses del año pues incluso en pleno invierno es frecuente toparse con ejemplares adultos volando en días soleados. Estos fugaces avistamientos invernales resultan muy de agradecer pues nos crean, por unos instantes, la ilusión de que ha regresado la añorada estación cálida.
