
Este pequeño ciprínido, más conocido como sarda en tierras zamoranas, endémico de la mitad septentrional de la Península Ibérica, aparece recogido en la Lista Roja de la IUCN en la categoría de “Vulnerable”. Esto supone que, en teoría, su conservación debería de ser tan prioritaria como la del águila imperial ibérica y mayor que la del oso pardo o el lobo. Antaño abundantísima y casi omnipresente, resulta cada vez más rara en nuestras masas acuáticas, principalmente por la implacable depredación y desigual competencia que sufre por parte de una multitud de especies alóctonas que están siendo irresponsablemente introducidas en su hábitat. Su caso, actualmente, no es único entre nuestros peces autóctonos sino que desgraciadamente constituye la norma: la boga del Duero (Pseudochondrostoma duriense), el bordallo o escallo (Squalius carolitertii), la lamprehuela (Cobitis calderoni), la colmilleja (Cobitis paludica) y el calandino (Squalius alburnoides) se hallan en una situación igualmente preocupante y podrían terminar siendo nada más un recuerdo. Un irrecuperable caudal biológico, acumulado a lo largo de millones de años de evolución, tirado por la borda por la actitud caprichosa y egoísta de una minoría.