
Los baldíos urbanos y periurbanos -con demasiada frecuencia considerados espacios económica, social y ecológicamente irrelevantes- suponen en la actualidad un verdadero salvavidas para numerosas aves silvestres. En el caso de los gorriones, fringílidos y otros paseriformes granívoros, resultan muy a menudo los únicos lugares donde pueden disfrutar de un menú auténticamente compuesto por semillas de plantas silvestres, la base de su dieta durante la mayor parte del año.

Exterminadas las vituperadas «malas hierbas» de los campos de la agricultura desnaturalizada, donde todo lo que no da dinero se considera maleza y sucumbe víctima de una implacable guerra química; desterradas las humildes y adaptables plantas ruderales de nuestros aburridos parques y jardines, sus fieles devotos -toda la pléyade y ralea de pardales y trigueras, jilgueros y verderines, pinzones y verderones, úbalos y linaceras- se concentran en esta época del año en ese mundo fronterizo y todavía libre (hasta nuevo boom inmobiliario) de los yermos, baldíos, eriales y adiles. En un entorno cada vez más hostil, las áreas marginales se convierten en el último refugio de una vida salvaje arrinconada.

Muy interesante…yo creo que este año hay más gorriones q el año pasado..
Es una apreciación personal,claro
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Una vez más interesante el comentario y la solapada crítica que realizas.
GRACIAS
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Hola…. hola…interesante lo que vas enviando… Comentamos que si no hay ahora salidas programadas seá por tu descanso y/o porque no es buena epoca Un abrazo
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