
Las orquídeas u orquidáceas son una familia de plantas monocotiledóneas caracterizadas por la complejidad de sus flores y por sus particulares interacciones ecológicas con los agentes polinizadores y con los hongos. La familia comprende aproximadamente 25000 especies, a las cuales se le suman más 60000 híbridos y variedades producidas por los floricultores ya que se trata de una familia intensamente sometida a selección y cultivo a causa de la gran vistosidad de sus flores.
Como es lógico, la mayor parte de las orquídeas salvajes habitan en países de clima tropical, caluroso y húmedo, pero eso no significa que no estén presentes en Europa e incluso en este pequeño y humilde rincón del continente llamado Zamora. Según el botánico Patricio Bariego se han citado en la provincia 33 especies de estas preciosidades, pertenecientes a 14 géneros diferentes. Muchas de ellas, por cierto, descubiertas por él. Algunas resultan extremadamente escasas y locales en nuestro territorio, como la orquídea pálida (Dactylorhiza sulphurea) cuya presencia aquí no la conocimos hasta hace tan solo un año, mientras que otras resultan francamente frecuentes y extendidas, como los populares sanjuanes o amor de dama (Anacamptis morio y Anacamptis champagneuxii).

Aunque la elección de una especie sola resulte complicada y por demás innecesaria, podría decir que mi favorita es la orquídea mariposa (Anacamptis papilionacea). Supongo que en ello influirá, principalmente, la inolvidable impresión cromática que ocasiona la visión de sus potentes tonos púrpura y rosa, cuando emergen en plena primavera en algunos selectos claros de pastizales y encinares. Pero también el hecho de tratarse de la especie cuyo deslumbrante encuentro me llevó, hace ya muchos años, a interesarme por el apasionante mundo de las orquídeas.

Se trata de una especie de distribución marcadamente mediterránea que resulta francamente escasa en la mitad norte de la península ibérica. En Zamora se encuentra principalmente en su extremo nororiental, en la comarca de Benavente, que alberga una de las poblaciones mejor conservadas de Castilla y León, descubierta por Goyo Para. Fuera de esta comarca se conoce en muy pocos puntos aunque, poco a poco, las prospecciones y los hallazgos fortuitos van ampliando su área conocida. Su presencia en el sur de la provincia, extremadamente localizada, se comprobó también muy recientemente.

Debido a su aspecto tan llamativo, algunas personas las recolectan con fines ornamentales, lo cual además de inútil (las plantas sobreviven muy poco tiempo) y ocasionar un grave e irreparable riesgo para la conservación de la especie, se trata de una actividad ilegal al tratarse de una especie protegida. No cabe duda de que el verdadero lugar de nuestras plantas silvestres está en nuestros campos y montes, donde cumplen su primordial función ecológica que no es -ni mucho menos- la puramente decorativa.
Gracias por el reconocimiento como descubridor de una de las mayores poblaciones de A. papilonacea de Castilla y León.
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Da gusto lo bien que escribes, Alfredo. En todos los sentidos. Muchas gracias por enseñar deleitando!
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También en la TM84. 😀
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