De espinos y pardales

En la fotografía vemos un gorrión molinero (Passer montanus) tomando el sol plácidamente sobre un seto de cambronera de Berbería (Lycium barbarum) en un histórico barrio de la ciudad de Zamora. Esta pequeña ave -conocida en la provincia como pardal montesino, pardal de campo o pardal pequeño– conserva en la capital y su entorno próximo una densidad poblacional actualmente difícil de encontrar en el resto de su área de distribución ibérica y europea. Se trata de una especie que está experimentado una grave regresión demográfica, particularmente en los ambientes rurales y agrícolas que constituían su hábitat tradicional y que están sufriendo transformaciones muy negativas. Popularmente, se relaciona a los gorriones o pardales con una dieta básicamente granívora pero la realidad es que también son grandes consumidores de insectos, especialmente durante la primavera y el verano. De hecho, este aporte de proteína animal resulta fundamental para la adecuada crianza de sus polluelos. Y, precisamente, estos invertebrados, junto con las semillas de plantas silvestres, son recursos que los molineros no encuentran ya con facilidad en las áreas agrícolas muy intensificadas pero sí en entornos periurbanos (parques, baldíos, riberas) como los que encontramos en la capital zamorana.

En cuanto a la cambronera, que aquí conocemos sencillamente como espino, resulta el arbusto más corrientemente utilizado para la formación de setos defensivos en las vegas y campiñas del entorno de la ciudad. Con la progresiva desaparición del paisaje agrícola tradicional se van perdiendo también los típicos setos, un refugio de difícil sustitución para una rica y variada fauna de los campos que se está empobreciendo a pasos preocupantemente agigantados. Por desconocimiento y prejuicio se están eliminado estos componentes del paisaje de elevado valor ambiental y cultural. Curiosamente, el fruto de la cambronera es la afamada cereza de goji, de antiquísima tradición en la medicina natural de Oriente y con importantes cultivos comerciales en el norte de China. En tiempos, también fue conocida en nuestro entorno cultural con e nombre de spina benedicta (“espina bendita”), debido a que las reliquias de la corona de Cristo que se guardan en Roma corresponden a este mismo género botánico (Lycium).

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