
Águila calzada de morfo claro oteando su territorio de caza desde una veleta de la iglesia de San Ildefonso, en el casco antiguo de Zamora. Diciembre de 2015.
El águila calzada es una rapaz forestal que en las últimas décadas ha comenzado a instalarse en entornos urbanos, como es el caso de las riberas del Duero a su paso por la ciudad de Zamora, tramo donde está presente al menos desde la década de 1990 y donde actualmente alcanza una densidad de en torno a una pareja por cada kilómetro y medio de curso fluvial.

Nido de águila calzada en el Duero a su paso por Zamora. En la foto se ven la hembra y -echados- dos polluelos todavía con plumón. Junio de 2022.
Durante el período de marzo a octubre, cuando la generalidad de estas aves migradoras permanecen entre nosotros, es habitual observarlas cazando diversas especies de aves -especialmente palomas- en el interior de la ciudad, sobrevolando continuamente nuestras calles y viviendas.

Macho adulto de morfo oscuro transportando los restos de una paloma cimarrona que acaba de cazar y consumir parcialmente. Centro de la ciudad de Zamora, abril de 2020.
No resulta inusual en ese tiempo la imagen de una de estas pequeñas pero valientes águilas consumiendo su presa sobre el tejado de un edificio en el interior e incluso en el mismo centro de la urbe. Además, muchos años algún ejemplar con pocas ganas de embarcarse en la agotadora y peligrosa migracion anual, permanece con nosotros durante el período otoñal e invernal, prolongando así las oportunidades de disfrutar con su estimulante vecindad.

Juvenil al que faltan pocos días para emprender la migración, contemplando el barrio zamorano donde su padre le ha estado enseñando a cazar durante las últimas semanas. Septiembre de 2021.
Las águilas calzadas, junto con otras rapaces ornitófagas, como el azor común y el halcón peregrino -también con presencia habitual en el casco urbano de Zamora-, cumplen un papel fundamental en el control natural de las palomas cimarronas y torcaces, cuyas poblaciones han experimentado un gran crecimiento en los entornos urbanos. La presencia de estas bellísimas aliadas solo se garantiza conservando su hábitat de reproducción, es decir: el valioso arbolado ribereño que cubre las islas y márgenes fluviales del río Duero.
