Hembra de avetorillo. Zamora, 14 de abril de 2021.
No cabe duda de que la familia de las garzas (ardeidas) constituye uno de los grupos de aves más representativos de las riberas del Duero zamorano y al mismo tiempo uno de los más atractivos. El avetorillo común (Ixobrychus minutus) es el miembro de la familia de menores dimensiones (más pequeño que una paloma torcaz) y también el más difícil de observar.
Macho adulto. Zamora, 21 abril de 2018.
Esto último se debe sobre todo a sus hábitos, en gran medida nocturnos y crepusculares, y a su preferencia por anidar, alimentarse y refugiarse en el hábitat palustre, fundamentalmente en las masas de carrizos (Phragmites sp) y espadañas (Typha sp). A menudo es más fácil detectarlo por su voz, tanto el “ladrido” que emiten los machos durante el celo como, sobre todo, su más común “cacareo” de alarma.
Macho adulto. Zamora, 20 de abril de 2017.
Podemos decir que por estas tierras el avetorillo es casi un recién llegado. Prácticamente no hay citas en la provincia de Zamora antes de 1995, año en el que Fernando Borrego y yo localizamos una pareja en el río Duero a su paso por la capital, comprobando además su reproducción. Desde entonces su presencia se ha convertido en habitual en este tramo fluvial urbano, cuyas islas y riberas albergan la que, sin duda, es la población nidificante más importante de la provincia y una de las más numerosas de la cuenca del Duero.
Hembra. Zamora, 25 de abril de 2021.
Distribución actual de la población reproductora de avetorillo común en la provincia de Zamora.
En la actualidad se ha extendido por de las riberas y vegas del río Duero a su paso por los municipios de Pereruela, Zamora, Villaralbo, Toro y Coreses. En esta última localidad hay una pequeña población que nidifica en antiguas extracciones de grava. En mucha menor medida lo encontramos siguiendo el cauce de los ríos Valderaduey y Esla. En este último, cerca de Benavente, fue comprobada su nidificación muy recientemente por el naturalista Cristian Osorio. No tenemos información precisa sobre el tamaño de la población zamorana de avetorillo pero, al menos algunos años, superaría con holgura las 35 parejas.
Macho. Zamora, abril de 2018.
Generalmente, se le considera una especie migradora que permanece en nuestras latitudes solamente entre los meses de abril y septiembre. Sin embargo, es conocido que los avetorillos zamoranos son parcialmente sedentarios. Desde hace al menos 15 años resulta habitual detectar su presencia a lo largo de todo el otoño y el invierno. Por ejemplo, en enero de 2021 censé nueve ejemplares en un recorrido de 7 km de longitud, siguiendo el cauce del Duero dentro del municipio de Zamora. Aparentemente, un porcentaje importante de los avetorillos zamoranos se quedan aquí durante todo el año.
Esta tarde tocaba de nuevo recorrido por las riberas del Duero. Había que tomar el pulso a su variada comunidad de aves -en pleno apogeo primaveral- para preparar las dos actividades de “Zamora, Aves y Naturaleza” programadas para esta semana: el viernes por la tarde y el domingo por la mañana.
Como ya sabéis, el tramo fluvial que atraviesa nuestra ciudad es un verdadero paraíso para las aves gracias a la buena conservación de sus islas y riberas.
Las condiciones para la observación son muy buenas y además esta actividad se ve acompañada por la belleza paisajística que nace de la combinación de este estupendo medio natural con los interesantísimos elementos arquitectónicos que jalonan el paseo.
«Homenaje a los poetas zamoranos». Escultura de José Luis Coomonte recientemente erigida junto al puente de los Poetas.Aceñas de Cabañales
El paseo de hoy discurrió por ambas márgenes del Duero: un total de casi seis kilómetros con una duración de algo más de tres horas. El censo y la lista de aves detectadas a lo largo del recorrido nos permiten hacernos idea de la abundancia y variedad presentes: 691 ejemplares de 55 especies diferentes. Los pongo al final del post por si queréis consultarlos.
No sólo hubo aves. Un buen número de tortugas de agua dulce se soleaban en las orillas. La mayoría pertenecían a dos especies: el autóctono galápago leproso (Mauremys leprosa) y el alóctono galápago de Florida (Trachemys scripta). Pero la mejor observación del día fue este solitario ejemplar del autóctono y muy amenazado galápago europeo (Emys orbicularis), una de las joyas más valiosas de nuestro medio fluvial.La colonia de ardeidas que alberga una de las islas fluviales constituye, sin duda, el principal punto de atracción durante la temporada de cría. Casi todos los nidos de garza real (Ardea cinerea) contienen ya pollos de diferentes edades, mientras que los martinetes comunes (Nycticorax nycticorax) se hallan, por lo general, inmersos en la incubación.Muchos pollos de garza real son ya lo suficientemente grandes para que sus padres los puedan dejar solos en el nido y, de ese modo, dedicar más tiempo a la captura de las presas que sus hijos demandan incesantemente.También las abundantes cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) se entregan con gran dedicación a la labor de empollar sus puestas.En estos días se comienzan a ver las primeras polladas de ánade azulón (Anas platyrhynchos).En cambio, los diminutos pájaros moscones (Remiz pendulinus) se encuentran todavía dedicados a la construcción de sus nidos, verdaderas obras maestras.Esta hembra de avetorillo común (Ixobrychus minutus), el duende los carrizales, nos muestra su consumada técnica de pesca con arpón que ejecuta gracias a la sorprendente longitud de su cuello.Pero la elegancia y la belleza alcanzan su grado máximo en esta otra ardeida (una familia por la que siento verdadera debilidad): la garceta común (Egretta garzetta).
Aquí tenéis la lista completa de las aves observadas u oídas, con el número de ejemplares detectados de cada una:
El pasado viernes 9 de octubre pudimos disfrutar, una vez más, de una agradable tarde otoñal en el precioso marco de las riberas del Duero a su paso por la ciudad de Zamora.
La temperatura era casi veraniega y la luz suave realzaba los contrastes cromáticos característicos de esta estación.
Garza real (Ardea cinerea)
Los participantes en esta nueva ruta pasaron una tarde muy entretenida con las aves más habituales de nuestro medio fluvial: cormoranes grandes, garzas reales, garcetas comunes, ánades azulones, gallinetas comunes, andarríos chicos, gaviotas reidoras, lavanderas blancas…
Avetorillo común (Ixobrychus minutus)
También pudieron observar otras especies -algunas fugazmente- como avetorillo común, busardo ratonero, martín pescador, lavandera cascadeña y varias más.
Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Pero la gran atracción del paseo fue un magnífico ejemplar de halcón peregrino que, tras sobrevolarnos, permaneció un buen rato vigilándonos desde su posadero. Al anochecer desapareció durante unos pocos minutos, al cabo de los cuales regresó trayendo un murciélago recién cazado del que dio buena cuenta ante nuestros asombrados ojos.
Garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) y garza real (Ardea cinerea)
El bellísimo espectáculo de las garcillas bueyeras entrando a su dormidero habitual puso el broche final a una tarde para recordar.
Garcillas bueyeras (Bubulcus ibis)
Las próximas rutas previstas con plazas disponibles serán en las siguientes fechas:
-Sábado, 24 de octubre (horario de mañana).
-Viernes, 30 de octubre (horario de tarde).
Se trata de un actividad promovida por la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Zamora, con la colaboración de Erithacus-Observación de Naturaleza y de Zamora BioDiversa. Para más información e inscripciones, enviar un mensaje de whatsapp al 676046551 (José Alfredo).
Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Nuestro agradecimiento a Maricarmen Sampedro por sus fotos del grupo.
La fauna del municipio de Zamora experimentó importantes cambios en cuanto a su composición a lo largo de los últimos 50 años. Por una parte, durante el último tercio del s. XX y lo que lleva transcurrido del XXI, varias especies de vertebrados desaparecieron del término de la ciudad, a menudo en el marco de procesos generalizados de rarefacción de dichas especies, ocasionados por la destrucción o grave modificación de su hábitat, competencia con especies alóctonas introducidas, caza excesiva o venenos, entre otros factores.
Entre estas especies que hoy consideramos ya desaparecidas de nuestro término municipal, se cuentan mamíferos carnívoros como el Lince ibérico (Lynx pardina) y, muy probablemente, el Gato montés (Felis sylvestris). Del lince, concretamente, las últimas citas en las dehesas ubicadas al oeste de la ciudad son de la década de 1970.
Otro grupo de especies que ha sufrido una verdadera sangría en el municipio de Zamora es el de las aves esteparias: la Avutarda (Otis tarda) y la Ganga (Pterocles alchata) desaparecieron entre las décadas de 1980 y 1990, mientras que el Sisón (Tetrax tetrax) y la Ortega (Pterocles orientalis) aguantaron con mínimos efectivos hasta hace muy pocos años. En estos casos, la urbanización de una parte muy importante de su hábitat (en el actual polígono industrial de “Los Llanos”) y la grave modificación por intensificación agrícola del resto, fueron los factores principales que condujeron a este lamentable destino.
También entre los habitantes del medio acuático hemos padecido destacadas pérdidas: peces autóctonos como la Boga del Duero (Pseudochondrostoma duriense) o la Anguila europea (Anguilla anguilla) así como el cangrejo de patas blancas (Austropotamobius pallipes) desaparecidos a causa de la introducción de especies exóticas, competidoras o depredadoras y el caso de la Anguila, por la construcción de grandes presas en el Duero, impidiendo su ascenso desde el Atlántico.
Ciervo (Cervus elaphus)
Como contrapunto, en este mismo período se constató la colonización -o recolonización- del municipio por unas cuantas especies de vertebrados autóctonos que llegaron aquí por sus propios medios. Entre ellos podemos encontrar grandes mamíferos como el Jabalí (Sus scrofa), el Corzo (Capreolus capreolus) y el Ciervo (Cervus elaphus) que fueron apareciendo en las últimas décadas del siglo XX, tras largo tiempo ausentes del municipio. Un micromamífero, el Topillo campesino (Microtus arvalis), llegó aquí en la década de 1980.
Más nutrida es la nómina de nuevas aves que nos fueron llegando -en muchos casos posiblemente haya que hablar de “regreso”- en este período: Somormujo lavanco (Podiceps cristatus), Cormorán grande (Phalacrocorax carbo), Garcilla bueyera (Bubulcus ibis), Avetorillo (Ixobrychus minutus), Garza imperial (Ardea purpurea), Elanio (Elanus caeruleus), Tórtola turca (Streptopelia decaocto), Pico menor (Dryobates minor), Golondrina dáurica (Cecropis daurica), Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) Pájaro moscón (Remiz pendulinus), Rabilargo ibérico (Cyanopica cooki) o Gorrión moruno (Passer hispaniolensis).
Avetorillo (Ixobrychus minutus)
Entre los factores conocidos de la expansión de estas especies de aves -muy variados- se pueden citar la protección de sus poblaciones (Cormorán grande), el calentamiento del clima (Curruca cabecinegra) o las transformaciones del hábitat (Pico menor).
Por último, encontramos una serie de especies alóctonas, que han llegado aquí de la mano del hombre y que, en general, suponen un problema gravísimo para nuestro medio natural, sobre todo por su papel de depredadores o competidores de especies nativas (autóctonas). Este sería el caso del Visón americano (Neovison vison), la Tortuga de Florida (Trachemys scripta), el Cangrejo de río americano (Procamburus clarkii), la Almeja asiática (Corbicula fluminea), la Mariposa del geranio (Cacyreus marshalli) y un gran número de peces introducidos, fundamentalmente, para la práctica de la pesca deportiva: Carpa (Cyprinus carpio), Pez rojo (Carassius auratus), Alburno (Alburnus alburnus), Perca sol (Lepomis gibbosus), Perca americana (Micropterus salmoides), Lucioperca (Sander lucioperca) y Lucio (Esox lucius).