Pájaros de adil

Gorriones molineros (Passer montanus), morunos (Passer hispaniolensis) y comunes (Passer domesticus) en un baldío de la ciudad de Zamora. Enero de 2022.

Los baldíos urbanos y periurbanos -con demasiada frecuencia considerados espacios económica, social y ecológicamente irrelevantes- suponen en la actualidad un verdadero salvavidas para numerosas aves silvestres. En el caso de los gorriones, fringílidos y otros paseriformes granívoros, resultan muy a menudo los únicos lugares donde pueden disfrutar de un menú auténticamente compuesto por semillas de plantas silvestres, la base de su dieta durante la mayor parte del año.

Las tres especies ibéricas del género Passer (gorriones o pardales) volando juntas en un baldío zamorano. Enero de 2022.

Exterminadas las vituperadas «malas hierbas» de los campos de la agricultura desnaturalizada, donde todo lo que no da dinero se considera maleza y sucumbe víctima de una implacable guerra química; desterradas las humildes y adaptables plantas ruderales de nuestros aburridos parques y jardines, sus fieles devotos -toda la pléyade y ralea de pardales y trigueras, jilgueros y verderines, pinzones y verderones, úbalos y linaceras- se concentran en esta época del año en ese mundo fronterizo y todavía libre (hasta nuevo boom inmobiliario) de los yermos, baldíos, eriales y adiles. En un entorno cada vez más hostil, las áreas marginales se convierten en el último refugio de una vida salvaje arrinconada.

Gorriones morunos tomando un baño en las afueras de Zamora. Diciembre de 2021.

El gorrión moruno o pardal bravío

Macho adulto. Almaraz de Duero (Zamora). Mayo de 2019.

Menos conocido que su muy cercano pariente, el gorrión común (Passer domesticus), el gorrión moruno (Passer hispaniolensis) es, para mi gusto, la especie más bonita de su género. Reconozco que me resulta difícil la elección pues siento una especial simpatía y predilección por todos sus integrantes, especialmente por el cada vez más escaso gorrión molinero (Passer montanus) pero hay que reconocer que el macho del moruno es un ave realmente espectacular y que sus bulliciosas y a menudo nutridas colonias, compuestas de numerosos, voluminosos y muy elaborados nidos, constituyen un espectáculo natural de los que no se pasan por alto.

Macho adulto sobre su nido. Almaraz de Duero (Zamora). Junio de 2018.
Almaraz de Duero (Zamora), mayo de 2019.

De querencias marcadamente campestres, en la península ibérica evita los núcleos urbanos, ocupados por el gorrión común, criando en las dehesas y en áreas cultivadas con arbolado disperso, especialmente sotos. Instala sus nidos en árboles y arbustos y con frecuencia en el interior de grandes nidos de cigüeñas, garzas y rapaces.

Macho adulto junto a su nido. Almaraz de Duero (Zamora), mayo de 2019.
Nidos de gorrión moruno en un plátano de sombra (Platanus x hispanica). Almaraz de Duero, mayo de 2019.

Su área de distribución geográfica es mucho más restringida que la de sus dos primos, limitándose a partes de las penínsulas ibérica y balcánica en Europa, el norte de África y Asia suroccidental y central. En España, además de en las islas Canarias, lo encontramos principalmente en las regiones del suroeste y centro-oeste, con máxima abundancia en Extremadura.

Macho recuperando material de un viejo nido caído. Almaraz de Duero, mayo de 2019.

En Castilla y León era una especie escasa y localizada hasta hace unos 30 años, habiéndose expandido desde entonces, especialmente por su cuadrante suroccidental. Dentro de este proceso expansivo general de la especie, el gorrión moruno llegó a tierras zamoranas en la década de 1990 y en la actualidad se ha establecido de forma generalizada, y a menudo abundante, en las comarcas de Sayago, Tierra de Alba y la parte occidental de Tierra del Pan, apareciendo de modo más puntual y escaso en Tierra del Vino, La Guareña, Toro, Tábara y Campos.

Área de cría en Zamora. NaturZamora-AZCN.

Fuera de la época de cría se dispersan por las campiñas cercanas a sus colonias de cría, formando grandes bandos. Durante el otoño y el invierno, estos grupos pueden ser observados alimentándose en áreas de cultivos de regadío y estepas cerealistas.

Gorriones morunos comiendo en una rastrojera, en compañía de verderones comunes (Chloris chloris) y verdecillos (Serinus serinus). Alrededores de Zamora capital, 7 de marzo de 2019.

Su denominación científica específica (hispaniolensis), al igual que sus nombres en francés (moineau espagnol) o inglés (spanish sparrow) resaltan su distribución principalmente ibérica en el ámbito de Europa occidental.

Macho adulto sobre su nido. Almaraz de Duero (Zamora). Junio de 2018.

Curiosamente, el de la lista patrón en español se fija, en cambio, en su tradicional abundancia en la región magrebí aunque quizás también se podría explicar por la gran extensión e intensidad del color negro en los machos. No hay que olvidar que, en la cromatología popular, términos como moro, morisco o moruno se usan a menudo para especies o ejemplares que destacan por sus tonos negruzcos o más oscuros.

Macho adulto con plumaje invernal. Zamora capital, octubre de 2020.

En Zamora, al ser especie de llegada muy reciente, no sería esperable, en principio, la recogida de ningún vernáculo asignable. Sin embargo, probablemente por lo contrastado de su plumaje y lo llamativo de sus bandadas y colonias de cría, resulta hoy día bien conocido en muchas localidades y sabemos que en algunos lugares de Tierra del Pan ya ha sido bautizado como pardal bravío.

Almaraz de Duero, mayo de 2019.

Los que ya no están y los recién llegados (o regresados)

otis tarda
Avutarda común (Otis tarda)

La fauna del municipio de Zamora experimentó importantes cambios en cuanto a su composición a lo largo de los últimos 50 años. Por una parte, durante el último tercio del s. XX y lo que lleva transcurrido del XXI, varias especies de vertebrados desaparecieron del término de la ciudad, a menudo en el marco de procesos generalizados de rarefacción de dichas especies, ocasionados por la destrucción o grave modificación de su hábitat, competencia con especies alóctonas introducidas, caza excesiva o venenos, entre otros factores.

Entre estas especies que hoy consideramos ya desaparecidas de nuestro término municipal, se cuentan mamíferos carnívoros como el Lince ibérico (Lynx pardina) y, muy probablemente, el Gato montés (Felis sylvestris). Del lince, concretamente, las últimas citas en las dehesas ubicadas al oeste de la ciudad son de la década de 1970.

Otro grupo de especies que ha sufrido una verdadera sangría en el municipio de Zamora es el de las aves esteparias: la Avutarda (Otis tarda) y la Ganga (Pterocles alchata) desaparecieron entre las décadas de 1980 y 1990, mientras que el Sisón (Tetrax tetrax) y la Ortega (Pterocles orientalis) aguantaron con mínimos efectivos hasta hace muy pocos años. En estos casos, la urbanización de una parte muy importante de su hábitat (en el actual polígono industrial de “Los Llanos”) y la grave modificación por intensificación agrícola del resto, fueron los factores principales que condujeron a este lamentable destino.

También entre los habitantes del medio acuático hemos padecido destacadas pérdidas: peces autóctonos como la Boga del Duero (Pseudochondrostoma duriense) o la Anguila europea (Anguilla anguilla) así como el cangrejo de patas blancas (Austropotamobius pallipes) desaparecidos a causa de la introducción de especies exóticas, competidoras o depredadoras y el caso de la Anguila, por la construcción de grandes presas en el Duero, impidiendo su ascenso desde el Atlántico.

ciervo
Ciervo (Cervus elaphus)

Como contrapunto, en este mismo período se constató la colonización -o recolonización- del municipio por unas cuantas especies de vertebrados autóctonos que llegaron aquí por sus propios medios. Entre ellos podemos encontrar grandes mamíferos como el Jabalí (Sus scrofa), el Corzo (Capreolus capreolus) y el Ciervo (Cervus elaphus) que fueron apareciendo en las últimas décadas del siglo XX, tras largo tiempo ausentes del municipio. Un micromamífero, el Topillo campesino (Microtus arvalis), llegó aquí en la década de 1980.

Más nutrida es la nómina de nuevas aves que nos fueron llegando -en  muchos casos posiblemente haya que hablar de “regreso”- en este período: Somormujo lavanco (Podiceps cristatus), Cormorán grande (Phalacrocorax carbo), Garcilla bueyera (Bubulcus ibis), Avetorillo (Ixobrychus minutus), Garza imperial (Ardea purpurea), Elanio (Elanus caeruleus), Tórtola turca (Streptopelia decaocto), Pico menor (Dryobates minor), Golondrina dáurica (Cecropis daurica), Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) Pájaro moscón (Remiz pendulinus), Rabilargo ibérico (Cyanopica cooki) o Gorrión moruno (Passer hispaniolensis).

avetorillo
Avetorillo (Ixobrychus minutus)

Entre los factores conocidos de la expansión de estas especies de aves -muy variados- se pueden citar la protección de sus poblaciones (Cormorán grande), el calentamiento del clima (Curruca cabecinegra) o las transformaciones del hábitat (Pico menor).

Por último, encontramos una serie de especies alóctonas, que han llegado aquí de la mano del hombre y que, en general, suponen un problema gravísimo para nuestro medio natural, sobre todo por su papel de depredadores o competidores de especies nativas (autóctonas). Este sería el caso del Visón americano (Neovison vison), la Tortuga de Florida (Trachemys scripta), el Cangrejo de río americano (Procamburus clarkii), la Almeja asiática (Corbicula fluminea), la Mariposa del geranio (Cacyreus marshalli) y un gran número de peces introducidos, fundamentalmente, para la práctica de la pesca deportiva: Carpa (Cyprinus carpio), Pez rojo (Carassius auratus), Alburno (Alburnus alburnus), Perca sol (Lepomis gibbosus), Perca americana (Micropterus salmoides), Lucioperca (Sander lucioperca) y Lucio (Esox lucius).

micropterus salmoides las pallas 2014 (copia)
Perca americana (Micropterus salmoides)