
El cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) es, sin duda, el ave falconiforme más abundante y extendida en España e igualmente en el conjunto del continente europeo. Contribuyen a ello su carácter generalista en cuanto al uso de hábitat abiertos: desde la alta montaña hasta los acantilados costeros, pasando por los ámbitos urbanos de pueblos y ciudades, las hoces fluviales, los terrenos agrícolas y los bosques abiertos. También utiliza una amplia gama de sustratos de nidificación: principalmente nidos usados de córvidos, tanto en árboles como en peñas y tendidos eléctricos, y huecos y cavidades en árboles, cortados y edificaciones. Además, acoge con entusiasmo los nidales artificiales instalados para favorecer su reproducción. Por otro lado, se muestra francamente oportunista en cuanto a su dieta, incluyendo en ella una gran variedad de micromamíferos (topillos, ratones, musarañas), pequeñas aves, reptiles, anfibios e insectos. Muestra una especial preferencia por el topillo campesino (Microtus arvalis).
Sin embargo, sus poblaciones están experimentado una tendencia muy negativa en los últimos tiempos. En España, en concreto, habría disminuido un 53 % en el período de 1998 a 2018, según los resultados del programa SACRE (seguimiento de aves comunes) de SEO/BirdLife. Esta tendencia extremadamente negativa condujo a su inclusión en la categoría de especie “En Peligro” en el recientemente publicado Libro Rojo de las Aves de España. Precisamente, esta publicación recoge como principales causas de su dramático declive las relacionadas con la intensificación agrícola, destacando los perniciosos efectos derivados del uso de biocidas, organoclorados y otros plaguicidas.

Mención especial merece la bromadiolona, empleada ampliamente para el control de las explosiones demográficas de topillo campesino en nuestra comunidad autónoma. En el Reino Unido, la abundancia anual de cernícalos vulgares está correlacionada negativamente con las concentraciones de este raticida detectadas en individuos a los que se realizaron análisis toxicológicos. La bromadiolona ha sido detectada en la sangre de pollos de cernícalo en las zonas agrícolas de Castilla y León, muy probablemente tras ser alimentados por sus padres con topillos intoxicados por este biocida. Si tenemos en cuenta que diversos estudios demuestran que favorecer las poblaciones de cernícalos y otras especies especializadas en la caza de pequeños roedores resulta el sistema más eficaz para prevenir los efectos negativos de estos micromamíferos en la agricultura, se hace aún más patente el disparate que supone el uso masivo y descontrolado de rodenticidas.

2018 destacó en las áreas agrícolas de Zamora y otras provincias de Castilla y León como un año particularmente nefasto para el cernícalo vulgar y otras rapaces cazadoras de pequeños roedores, como el elanio común (Elanus caeruleus), el aguilucho pálido (Circus cyaneus), la lechuza común (Tyto alba), el búho chico (Asio otus) y el búho campestre (Asio flammeus), cuyas poblaciones reproductoras se redujeron esa temporada a mínimos históricos. Durante la temporada siguiente, en 2019, las mencionadas comarcas agrícolas se vieron afectadas por una importante explosión demográfica de topillo campesino. ¿Casualidad?
En Zamora el cernícalo vulgar se distribuye ampliamente por toda la provincia, desde las elevadas sierras sanabresas hasta las arribas y arribanzos de los ríos Duero, Esla y Tormes, pasando por los diferentes núcleos urbanos y rurales y las inacabables campiñas cerealistas. Las densidades más elevadas se encuentran actualmente en Tierra del Pan, Campos, Benavente, Los Valles, Tábara y La Guareña. En los últimos siete años sus densidades se han mantenido aquí relativamente estables aunque hay que resaltar el desplome de 2018 (con densidades registradas cinco veces inferiores a la media del resto de la serie), si bien en las temporadas posteriores se ha constatado la recuperación de los parámetros anteriores.

En las diferentes comarcas que componen la provincia se recogen una notable variedad de denominaciones populares para esta falcónida, muy conocida entre sus habitantes por frecuentar los núcleos de población y sus entornos inmediatos. Entre los nombres vernáculos que se le otorgan mencionamos en primer lugar los que hacen referencia a la técnica de caza más característica de esta especie, conocida como cernido, que consiste en un vuelo estacionario durante el que permanece casi inmóvil, entre 10 y 20 m de altura, esperando avistar alguna presa para lanzarse en picado hacia ella o descender lentamente en vertical sobre la misma. A este grupo de vernáculos pertenecen cernidera (La Carballeda, Los Valles), cerremícalo (Sayago y Tierra del Pan), tecedor o tejedor (Sanabria: el movimiento de alas del cernido recuerda al de los brazos del tejedor en el telar) y tentetieso o tentepino (Sayago: referido a su posición estática en el aire durante el cernido).
Asimismo, aparecen denominaciones que hacen referencia a sus preferencias tróficas, como ratonero (Sayago) o grillero (Toro). Pero el grupo más abundante de vernáculos son los que, de modo genérico, comparte con otras rapaces diurnas de pequeñas o medianas dimensiones, tales como gavilucho o aguilucho (en gran parte de la provincia), gavilán (Aliste, Tierra de Alba y Sayago), azor chiquito (Aliste) o alcotán (Campos). Finalmente, en las comarcas más septentrionales (Sanabria, Carballeda, Los Valles) encontramos talina, antanina o antanino como nombre tradicional para ésta y otras rapaces pequeñas.
