Lo que nos trae marzo

En estos días, los narcisos pálidos (Narcisssus triandrus), endémicos de la mitad occidental de la península ibérica, salpican con sus claras cabezuelas las manchas foscas de los jarales alistanos. Su precoz floración, como la de todos los de su género, constituye uno de los primeros indicios de que el invierno toca a su fin.

En las espesuras de los bosques de ribera y los umbríos robledales, las parejas de mitos (Aegithalos caudatus), diminutas y encantadoras avecicas de larga cola, se dedican en cuerpo y alma a la construcción de sus crípticos nidos, tejiéndolos con musgos, líquenes e incluso telas de araña.

Millares de petirrojos (Erithacus rubecula) -nuestros populares pimenteros o paporrubios– llenan con sus melancólicos cantos los bosques y las campiñas arboladas, inmersos en la migración prenupcial que los conduce a sus áreas de nidificación en latitudes más norteñas del continente. Tras de su paso, quedará la menos numerosa población nativa que nidifica en bosques y jardines umbríos de toda la provincia.

Un alegre y vivificante canto se escucha por pinares, encinares y laderas soleadas cubiertas de matorrales abiertos. Es la totovía (Lullula arborea) que, como todos los miembros de la familia de las alondras, a la cual pertenece, emite su canción suspendida en el vacío, como un aéreo trovador desde su torre invisible.

En las mañanas de los días claros y sin viento de marzo -que no son tantas, ciertamente- podremos descubrir a la minúscula mariposa cardenillo (Tomares ballus) posada en el suelo de los pastizales y claros de encinar sayagueses, envuelta en su lanudo abrigo de intenso color verde, tomando el sol con fruición antes de comenzar a activarse.

En marzo -ya lo dice el refrán- cría el picanzo, es decir, el alcaudón real (Lanius meridionalis). Habrá que esperar al mes de abril para que críe el pernil, también conocido como alcaraván (Burhinus oedicnemus). En mayo le tocará al gayo, o sea, el arrendajo (Garrulus glandarius).

Las inmensas extensiones de los brezales se tiñen de púrpura con la floración de las urces negrales (Erica australis), dando lugar a espectáculos cromáticos inigualables. Las urces del miel negro y del carbón de cepa, criadoras de setas suculentas, también saben regalarnos generosamente la vista. ¿Qué más podemos pedirle a la “maleza”?

Y en las grandes llanuras del oriente zamorano, en las interminables “tierras de pan llevar”, los imponentes machos de la avutarda euroasiática (Otis tarda) se agrupan en las áreas más tranquilas y protegidas para dar rienda suelta a sus impresionantes y magníficas exhibiciones nupciales, con el objetivo de convencer a las vigilantes hembras de sus impecables aptitudes para la procreación. Es el gran espectáculo anual de la estepa: la rueda de los gigantescos barbones o altardones.

Lentamente pero sin retroceder, como vuela la avutarda, se van abriendo las puertas de la primavera.

Linaria amatista, belleza a ras de suelo

La vistosidad y belleza indudable de las flores, su variada gama de brillante coloración, poseen su explicación y fundamento científicos, cómo no. Moléculas de pigmentos acumuladas en sus pétalos y combinándose entre sí para dar lugar a un rango amplio espectro cromático, en pos de un objetivo claramente definido: atraer a muy diversas especies de insectos y otros artrópodos, algunas de aves y unas pocas de mamíferos, convirtiéndolos en involuntarios pero eficaces agentes de la polinización y haciendo posible, así, la producción de semillas y frutos, la continuidad de la especie. 

Entre estos pigmentos se considera que las antocianinas son las responsables de los tonos rojizos, púrpuras, violetas y azulados, entre ellos el seductor amatista que da nombre a nuestra protagonista de hoy. Esta denominación está tomada de un mineral homónimo el cual constituye una variedad macrocristalina del cuarzo y, al parecer, adquiere este tono debido a la presencia de soluciones ricas en óxidos de hierro. Curioso caso de convergencia cromática, tal vez algo banal para la mente científica pero bien sugerente para los que resultamos más proclives a la contemplación estupefacta y el disfrute meramente estético. En cualquier caso, debió de llamar poderosamente la atención de los naturalistas sajones Johan Centurius Hoffmannsegg y Heinrich Friedrich Link que le dieron el nombre de Linaria amethystea en su Flore portugaise ou Description de toutes les plantes qui croissent naturellement en Portugal, publicada en 1809.

Imagino que ambos disfrutarían de una vista aguda y bien entrenada o tal vez sus articulaciones no les incomodaban excesivamente a la hora de tirarse en el suelo, ya que la linaria amatista -o «gallito de monte» como también se conoce- resulta difícil de detectar debido a sus dimensiones verdaderamente reducidas, no levantando del suelo más que un diente de león o una sencilla margarita. Sólo la llamativa combinación de colores, poco usuales en su género (violeta, blanco y amarillo), ayudan a su feliz localización. Se trata de un endemismo Íbero-magrebí que crece sobre todo en terrenos arenosos: pastizales, claros de bosques y matorrales, campos de cultivo y arenales marítimos, desde el nivel del mar a los 2500 m. Ampliamente distribuida en tierras zamoranas, podemos buscarla ya en estas fechas del invierno terminal pues, al menos en las áreas más bajas y térmicas de nuestras comarcas, comienza su floración en pleno mes de febrero.

Invernada en Villafáfila (volvemos el 26 de marzo)

Avefría europea (Vanellus vanellus) en la Reserva Natural «Lagunas de Villafáfila». Imagen aportada por Jaime Rábago.

El fin de semana del 18 y 19 de febrero tuvimos sendas actividades de observación e interpretación de la avifauna en esta conocida reserva natural, uno de los espacios naturales más destacados de Castilla y León. Una vez más, las actividades se organizaron conjuntamente con Cristian Osorio Huerga, de «Saliegos Birding».

Y una vez más, las actividades fueron un éxito tanto por la notable participación como por la variedad de especies observadas. En cuanto a la primera, fueron 28 los interesados y apasionados, de variadas procedencias: Galicia, Valladolid, León, Salamanca y, por supuesto, Zamora.

Ansares comunes (Anser anser) en la Salina Grande Villafáfila. Imagen aportada por Luis Manso.

En cuanto a las especies, alcanzaron las 75 en el cómputo total: 73 el sábado y 64 el domingo. Incluyendo alguna rareza local, como la gaviota argéntea (Larus argentatus) que lleva varias semanas en la zona. Os invito a consultar ambas listas en eBird:

https://ebird.org/checklist/S128760427

https://ebird.org/checklist/S128989153

Tarros blancos (Tadorna tadorna), cucharas comunes (Spatula clypeata), ánades frisos (Mareca strepera) y combatientes (Philomachus pugnax) en la Salina Grande de Villafáfila. Imagen aportada por Luis Manso.

Grullas comunes (Grus grus) procedentes de su zona de alimentación. Imagen aportada por Miguel Díez.

Sobrevolados por las grullas.

Avutardas euroasiáticas (Otis tarda) en vuelo. Imagen aportada por Nicolás Torres.

Avutardas euroasiáticas en su hábitat terracampino. Imagen aportada por Luis Manso.

Rodeados de avutardas por todas partes. No podía ser de otro modo en el mayor refugio mundial de estas verdaderas reinas de la estepa.

Cogujada común (Galerida cristata). Imagen aportada por Luis Manso.

Perdiz roja (Alectoris rufa). Imagen aportada por Miguel Díaz.

Mochuelo europeo (Athene noctua). Imagen aportada por Luis Manso.

Aguja colinegra (Limosa limosa). Imagen aportada por Miguel Díaz.

Correlimos comunes (Calidris alpina). Imagen aportada por Jaime Rábago.

Chorlitos dorados europeos (Pluvialis apricaria). Imagen aportada por Luis Manso.

Grullas comunes entrando en su dormidero en la laguna de Barillos. Imagen aportada por Nicolás Torre.

Con el comienzo de la primavera, los machos de la avutarda euroasiática (Otis tarda) -los gigantescos «barbones»- se agrupan en determinadas áreas de la estepa cerealista para dar rienda suelta a sus impresionantes y magníficas exhibiciones nupciales, con el objetivo de convencer a las vigilantes hembras de sus impecables aptitudes para la procreación.

Os invitamos a conocer uno de los comportamientos más espectaculares de nuestra avifauna en uno de los espacios naturales más emblemáticos de Zamora. El domingo 26 de marzo disfrutaremos de la Rueda de la Avutarda en la Reserva Natural «Lagunas de Villafáfila».

Se trata, además, de una fecha excelente para la observación de aves acuáticas y esteparias en Villafáfila, con un importante paso migratorio y con la llegada de numerosos nidificantes estivales como la pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica), la cigüeñuela común (Himantopus himantopus) o el cernícalo primilla (Falco naumanni).

¡Reservad vuestras plazas antes de que se agoten!

La collalba gris, el pájaro que arrea a los burros

La collalba gris (Oenanthe oenanthe) es un pájaro de la familia de los muscicápidos, por tanto pariente de papamoscas, petirrojos y ruiseñores. Se trata de una especie insectívora y migratoria. Los machos muestran dorso gris azulado y alas y antifaz negros mientras que las hembras tienen las partes superiores más ocráceas y carecen de antifaz. En ambos sexos resulta muy llamativo el diseño de la cola:  blanca y terminada en una T invertida negra, siendo el origen de su nombre genérico en castellano: colialba.  Muy terrestre, gusta de andar y saltar sobre el suelo y también de posarse, con porte erguido, en postes, piedras y elevaciones del terreno.

En España su población reproductora se localiza de modo fundamental en la mitad norte y especialmente en la cuenca del Duero y los sistemas montañosos aledaños. También se extiende por gran parte de las sierras pirenaicas y prepirenaicas y de manera más fragmentada por la depresión del Ebro, el sistema Ibérico y las sierras béticas. Selecciona preferentemente hábitat con escasa cobertura vegetal leñosa, especialmente herbazales y matorrales de montaña con frecuentes sustratos rocosos. También cría en parajes esteparios y parameras con arbolado disperso. En todos estos ambientes suele aprovechar oquedades para instalar sus nidos. Estas pueden ser naturales (grietas de rocas, madrigueras abandonadas de animales como conejos, por ejemplo) o estar asociadas a construcciones humanas de piedra o amontonamientos de origen antrópico, como los majanos.

La población española se estimó recientemente en cerca de un millón y medio de parejas reproductoras, de las cuales algo menos de la mitad se encontrarían en la comunidad autónoma de Castilla y León, dentro de la cual Zamora alberga un contingente muy destacado. En esta provincia podemos encontrarla desde las partes más elevadas de las sierras sanabresas hasta las pseudoestepas cerealistas de Tierra de Campos o La Guareña y los pastizales tradicionales de Sayago y Aliste. Pero en la actualidad, las densidades más elevadas se detectan en las campiñas y mosaicos agropecuarios del centro-oeste: Tierra del Pan occidental, Tierra de Alba y partes de Tierra de Tábara.  No pongo su mapa distribución en la provincia porque lo cierto es que se puede encontrar a este bonito y simpático paseriforme en todas las cuadrículas del mapa provincial. Entrad en este enlace si queréis comprobarlo: https://atlasaves.seo.org/ave/collalba-gris/

En cualquier caso, las poblaciones españolas de esta ave paseriforme muestran un declive importante, con una pérdida próxima a la mitad de los ejemplares en el período comprendido entre 1998 y 2018. Por este motivo, la collalba gris aparece en la última edición del Libro Rojo de las Aves de España en la categoría de especie Casi Amenazada. Sus principales amenazas están relacionadas con la alteración de sus hábitat: intensificación agrícola, matorralización y reforestación así como las prolongadas sequías en sus áreas de invernada africanas. Es preciso recordar que se trata de una especie migradora que llega a tierras zamoranas entre finales de febrero y primeros de marzo y a la que podemos seguir observando hasta muy entrado el otoño, incluso hasta comienzos de noviembre. Muchas de las aves que se ven por aquí en primavera y en otoño, por cierto, son migrantes en paso, no pocas pertenecientes a poblaciones que se reproducen en latitudes tan norteñas como Islandia y Groenlandia (subespecie leucorhoa).

Su tradicional abundancia y amplia distribución en tierras zamoranas, así como su comportamiento confiado y su habitual presencia en medios frecuentados por los humanos (zonas de cultivo, pastizales, entornos rurales…), son factores todos que han contribuido a un destacado conocimiento popular de esta especie que se ve reflejado en la notable variedad de nombres vernáculos que se le atribuyen. El tipo más frecuente es el de las denominaciones que hacen referencia al diseño y coloración de sus plumas rectrices, caracterizadas por una combinación de blanco y negro en la que el primer color destaca llamativamente: rubialba, rubialga y multitud de variantes más (compuestas de rabo+alba) se escuchan, sobre todo, en comarcas como Sayago, Tierra del Pan, Tierra del Vino, Tierra de Alba, Tierra de Tábara, La Carballeda y Aliste. En esta última también encontramos formas equivalentes como colabranca o culiblanco. Otro grupo muy extendido hace mención al gracioso movimiento estereotipado con el que las collalbas llaman la atención precisamente sobre ese panel fanérico que constituye su cola, y que utilizan para enviar mensajes visuales a sus congéneres. Estos movimientos fueron identificados por la imaginación popular con los que realiza el jinete para arrear a su montura. De ahí las frecuentes denominaciones vernáculas del tipo arriaburros, tañaburra o tanjasno tan extendidas por Aliste, Los Valles, Benavente y La Carballeda. Tañer o tanxer es un verbo que en leonés tiene también el significado de “arrear” o “azuzar” a los animales de monta o tiro. Finalmente, otra tipología de nombres que se le atribuyen a las collalbas serían los descriptivos de sus medios o lugares preferidos para anidar: pedreiro (partes de Sanabria y de Aliste), terronero (La Carballeda y Los Valles) o barranquesa (Los Valles), entre otros. Es preciso aclarar que todos o casi todos los vernáculos mencionados los comparte la collalba gris de modo indistinto con su prima hermana, la collalba rubia (Oenanthe hispanica), también presente en tierras zamoranas aunque no tan extendida y a la que dedicaré su propia entrada, no tardando.

La mariposa ortiguera (Aglais urticae) en Zamora

Mariposas ortigueras (Aglais urticae) libando sobre flores de Armeria sp. Sierra de Peña Negra (Zamora), julio de 2016.

En la mitología griega, las Cárites (más conocidas como las tres Gracias) eran las diosas del encanto, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad. La menor de ellas, Áglae o Aglaya (literalmente “la esplendorosa”) se asociaba habitualmente con la belleza y la gracia de cuando deleita y enaltece a dioses y hombres. En 1820, el naturalista sueco Johan Wilhelm Dalman escogió su nombre para la denominación científica de una mariposa que su paisano Linneo había descrito 62 años antes como Papilio urticae , es decir “mariposa de las ortigas” y que pasó a llamarse, de este modo, Aglais urticae.  Sin duda, su asociación con la más pequeña de las Gracias resulta plenamente justificada para cualquiera que haya tenido la fortuna de disfrutar contemplándola en su medio natural.

Anverso. Municipio de Zamora, febrero de 2023.

Se trata de la mariposa más ampliamente extendida en el continente europeo, llegando a sobrepasar el círculo polar ártico en su extremo septentrional y ocupando las principales islas del Mediterráneo en el meridional. En las regiones más sureñas, eso sí, su distribución queda por lo general restringida a áreas montañosas o valles fluviales frescos. Tales preferencias vienen condicionadas por los requerimientos ambientales de la planta nutricia de sus orugas, la ortiga mayor (Urtica dioica), cuya presencia supone, lógicamente, condición imprescindible para la reproducción de nuestra protagonista. De ahí su denominación, tanto científica como en español.

Igualmente, dichas preferencias explican su distribución en la provincia de Zamora, donde resulta más abundante y extendida en su cuadrante noroccidental, montañoso y con mayor influencia atlántica. Fuera de las comarcas de Sanabria, La Carballeda y Aliste se extiende hacia el nordeste por los valles fluviales del Esla y sus afluentes en las comarcas de Los Valles y Benavente. En el sur de la provincia se limita al entorno de los cañones fluviales o arribas de los ríos Tormes y Duero y a las vegas y sotos ribereños de este último y de alguno de sus afluentes, como el Guareña.

Distribución de Aglais urticae en el Atlas de las Mariposas Diurnas de Zamora de NaturZamora-AZCN.

Reverso. Municipio de Zamora, febrero de 2023.

En Zamora, las mariposas ortigueras comienzan a salir de su hibernación a partir del mes de febrero y sobre todo durante marzo y abril. Posteriormente, desde mayo hasta finales de agosto, vuelan dos generaciones, una primaveral y otra estival. Los de la segunda serán los que reaparezcan al año siguiente tras la hibernación, reiniciando el ciclo ancestral de gracia y esplendor alados en sierras y riberas. Que no cese.

Comienza la temporada de mariposas en Zamora

Blanquiverdosa meridional (Euchloe crameri)

La Blanquiverdosa meridional (Euchloe crameri) es una mariposa de la familia de los piéridos exclusiva del Mediterráneo occidental y una de las primeras que vuelan a finales del invierno en las continentales tierras mesetarias de León y de Castilla. Su observación en un algún lugar de los alrededores de Zamora marca para mí el comienzo de la temporada anual de mariposas. El momento a partir del cual estas inigualables representaciones de la belleza y vitalidad de la Naturaleza van a constituirse en compañeras habituales de excursiones y paseos. Y ningún año esa primera observación ha sido tan temprana como en 2023: el pasado 3 de febrero dos blanquiverdosas volaban inquietas sobre las escarpadas laderas de un teso ubicado en las afueras de Zamora. En 2014 la primera fecha de vuelo fue el 15 de marzo, en 2017 el 21 de febrero, en 2020 el 7 de marzo… ¿Una evidencia más de ese cambio climático acelerado que no existe?

Olmera (Nymphalis polychloros)

No fueron, por otra parte, los únicos lepidópteros que se dejaron ver en esta jornada inicial. Previamente había localizado un ejemplar de Olmera (Nymphalis polychloros), gran ninfálido que en estas fechas invernales observamos con frecuencia sobre los troncos de las encinas y otros árboles en busca de exudaciones de savia con las que reponer fuerzas.

Ortiguera (Aglais urticae)

También hizo su aparición una Ortiguera (Aglais urticae), así llamada por ser las ortigas (Urtica sp) las plantas con que se nutren sus orugas, otro precioso ninfálido antaño común y ampliamente extendido, hoy en día cada vez más escaso y localizado. Lo mismo que ocurre con sus plantas nutricias.

Saltacercas (Lasiommata megera)

Y, de propina, dos ejemplares de Saltacercas (Lasiommata megera) persiguiéndose incansables entre los caldeados restos pétreos de una antigua cantera. Todavía queda más de un mes de invierno por delante pero, poco a poco, la primavera se va haciendo un hueco en nuestros montes y campiñas. Un tiempo nuevo preñado de colores, olores y sonidos vivificantes se aproxima. Salud y alegría para disfrutarlo.

Las tempranas estrellas amarillas de las praderas invernales

Hace algunos años, el condado galés de Radnorshire adoptó como uno de sus símbolos locales la flor de la estrella amarilla temprana (Gagea bohemica), una diminuta pero sorprendente integrante de la familia de las liliáceas. Esta elección resulta bastante comprensible cuando conocemos que en Radnorshire se encuentra la única población de Gagea bohemica de toda Gran Bretaña, motivo por el cual esta planta recibe en inglés el nombre de Radnor Lily o lirio de Radnor.

El área de distribución de la especie es, sin embargo, bastante mayor, abarcando buena parte del oeste, centro y sur de Europa, noroeste de África y oeste de Asia. En la península ibérica se encuentra sobre todo en el norte y el centro, refugiándose en las montañas en su extremo meridional. Aparece en pastos, rellanos, repisas o fisuras de roca, claros de bosques (pinares, encinares y enebrales, entre otros), matorrales (jarales, piornales…), y bordes de cultivos sobre todo tipo de substratos, incluidos los arenosos.

Increíbles prodigios de resistencia y adaptación, las estrellas amarillas tempranas ciertamente hacen honor a su nombre. En lo más crudo del invierno, entre los meses de enero y marzo, los pastizales desarrollados sobre suelos muy pobres de la práctica totalidad de la provincia de Zamora son el escenario de su precocísima floración. En estas tierras del extremo suroeste del continente europeo, la acompañan a menudo sus cercanas parientes las estrellas amarillas ibéricas (Gagea soleirolii), que se diferencian de Gagea bohemica por sus hojas más anchas y peludas. Finalmente, hay otras dos especies de este género citadas en la provincia, pero con presencia muy localizada: la estrella amarilla de Lacaita (Gagea lacaitae) y la estrella amarilla de prado (Gagea pratensis).

¡Comenzó el programa «Picapinos»!

El pasado lunes 30 de enero, a caballo entre el Día Mundial de la Educación Ambiental (28 de enero) y el Día Mundial de los Humedales (2 de febrero), tuvo lugar en las riberas del Duero en la ciudad de Zamora la primera actividad de este programa de divulgación de la Biodiversidad local dirigido a alumnos y docentes de centros educativos del municipio.

Los primeros partipantes fueron un grupo de alumnos y profesoras del IES «Universidad Laboral» a los que tuvimos el placer de introducir al conocimiento de la sorprendente y variada avifauna de nuestro magnífico humedal urbano.

Juntos descubrimos los secretos de la vida de cormoranes, garzas, martinetes y somormujos, protagonistas que pudimos observar estupendamente con nuestros telescopios. Unas imágenes que sin duda quedarán grabadas para siempre en sus retinas y contribuirán a desarrollar en ellos el interés y el deseo de conservar estas especies y su hábitat.

«Picapinos» está teniendo una gran acogida y una demanda muy elevada (varias veces mayor de la prevista) por lo que estamos realizando un gran esfuerzo para atender todas las peticiones de partipación que recibimos. Si deseas informarte y solicitar participar con tus alumnos en estas actividades puedes escribir a zamorabiodiversa@gmail.com o llamar al 676046551.

«Picapinos» es un programa de Educación Ambiental promovido por la Concejalía de Hábitat Sostenible del Ayuntamiento de Zamora y desarrollado con la colaboración de «Saliegos Birding» y «Zamora BioDiversa».

Dormilones de día, brujas de noche

Uno de los aspectos más característicos del comportamiento del martinete común (Nycticorax nycticorax) es su actividad fundamentalmente nocturna, especialmente fuera del período reproductor. Este patrón ha dado lugar a algunos nombres vernáculos de los numerosos que reciben estas misteriosas ardeidas a lo largo y ancho de su extensísima área de distribución que abarca gran parte de los continentes euroasiático, africano y americano.  Así, en Argentina y en Andalucía es conocido como garza bruja, en gallego se denomina garza da noite y en catalán martinet de nit.

También su denominación científica, nycticorax (“cuervo nocturno” en griego), hace clara referencia a sus hábitos noctámbulos. Durante el otoño y el invierno, los martinetes que no han emigrado hacia el sur -lo habitual en su especie- se agrupan en dormideros comunales donde descansan durante el día, tratando de permanecer a salvo de sus depredadores: aves rapaces y mamíferos carnívoros, sobre todo. 

 Al caer las tinieblas, vuelan siguiendo el curso del río en dirección a sus áreas de pesca, ubicadas con frecuencia a varios kilómetros de distancia del dormidero. En la oscuridad, los distintos individuos del grupo se comunican entre sí emitiendo una voz característica: «guac-guac». Este sonoro reclamo también ha inspirado una cantidad considerable de vernáculos, tales como guaco o huaco en Perú, Colombia, Venezuela y México, kwak en neeerlandés y goraz en portugués europeo.

En Brasil, en cambio, se conocen como dorminhocos, haciendo referencia a sus hábitos de descanso diurno. Curiosamente, dormilones es uno de los dos nombres populares recogidos en Zamora. El otro, mediagarza, probablemente se refiera a sus dimensiones corporales, francamente menores que las de otras especies de la misma familia como la garza real (Ardea cinerea), con la que suele coincidir, incluso en las colonias de cría.

Águilas urbanas

Águila calzada de morfo claro oteando su territorio de caza desde una veleta de la iglesia de San Ildefonso, en el casco antiguo de Zamora. Diciembre de 2015.

El águila calzada es una rapaz forestal que en las últimas décadas ha comenzado a instalarse en entornos urbanos, como es el caso de las riberas del Duero a su paso por la ciudad de Zamora, tramo donde está presente al menos desde la década de 1990 y donde actualmente alcanza una densidad de en torno a una pareja por cada kilómetro y medio de curso fluvial.

Nido de águila calzada en el Duero a su paso por Zamora. En la foto se ven la hembra y -echados- dos polluelos todavía con plumón. Junio de 2022.

Durante el período de marzo a octubre, cuando la generalidad de estas aves migradoras permanecen entre nosotros, es habitual observarlas cazando diversas especies de aves -especialmente palomas- en el interior de la ciudad, sobrevolando continuamente nuestras calles y viviendas.

Macho adulto de morfo oscuro transportando los restos de una paloma cimarrona que acaba de cazar y consumir parcialmente. Centro de la ciudad de Zamora, abril de 2020.

No resulta inusual en ese tiempo la imagen de una de estas pequeñas pero valientes águilas consumiendo su presa sobre el tejado de un edificio en el interior e incluso en el mismo centro de la urbe. Además, muchos años algún ejemplar con pocas ganas de embarcarse en la agotadora y peligrosa migracion anual, permanece con nosotros durante el período otoñal e invernal, prolongando así las oportunidades de disfrutar con su estimulante vecindad.

Juvenil al que faltan pocos días para emprender la migración, contemplando el barrio zamorano donde su padre le ha estado enseñando a cazar durante las últimas semanas. Septiembre de 2021.

Las águilas calzadas, junto con otras rapaces ornitófagas, como el azor común y el halcón peregrino -también con presencia habitual en el casco urbano de Zamora-, cumplen un papel fundamental en el control natural de las palomas cimarronas y torcaces, cuyas poblaciones han experimentado un gran crecimiento en los entornos urbanos. La presencia de estas bellísimas aliadas solo se garantiza conservando su hábitat de reproducción, es decir: el valioso arbolado ribereño que cubre las islas y márgenes fluviales del río Duero.