
Cuando los portugueses y castellanos de los siglos XV y XVI entraron en contacto en las selvas tropicales del Lejano Oriente y de América con las extremadamente vistosas y coloridas aves del orden de las psitaciformes, enseguida les vino a la memoria un pájaro de sus países de origen, de tonos inusuales entre las aves ibéricas y al que llamaban “papagayo”. No tardaron mucho en trasladar esta familiar denominación a aquellas exóticas aves con cuyas plumas se engalanaban guerreros y caciques en las Indias. El pájaro en cuestión, conocido como “papagayo” en diversas lenguas romances de la Europa medieval, no era otro que la oropéndola.
Durante el período de cría, la oropéndola europea (Oriolus oriolus) se distribuye principalmente por el continente europeo, estando ausente de las partes más septentrionales del mismo. Además, se encuentra en ciertas áreas de Asia occidental y la franja costera mediterránea del Magreb. Amante del calor y al mismo tiempo del arbolado desarrollado y la vecindad del agua, regresa tarde -a partir de la segunda mitad de abril- a sus áreas de cría. Ocultos entre el profuso y verde follaje de chopos y robles los machos emiten su característico y musical canto con mucha más intensidad durante los días calurosos de la primavera tardía y del verano. Cuanto más calienta, con más ganas cantan. Con no poca guasa, nuestros antepasados intepretaron que estos inveterados termófilos repiten incesantemente con su canto aflautado «tengo frío…mucho frío…”.
Con tales requerimientos se explica mejor su distribución en la provincia de Zamora, donde la oropéndola se encuentra ampliamente extendida pero faltando o rarificándose tanto en las áreas desprovistas de arbolado de Tierra de Campos como en las demasiado altas y no muy soleadas de Sanabria. Las densidades más elevadas se observan, en cambio, en los sotos de las vegas de los grandes ríos provinciales, como el Duero, y en los bosques y dehesas de robles y otras quercíneas del suroeste, especialmente en Sayago. Es en estas áreas donde con más frecuencia podemos localizar sus conocidos y característicos nidos suspendidos en la horquilla de una rama.

Precisamente, se cree que su nombre hace referencia al color amarillo vivo (dorado) de los machos y al mismo tiempo a estos nidos “péndulos”. En las comarcas zamoranas junto con “oro-péndola” son muy frecuentes otras denominaciones de similar origen o construcción como “milpiéndora”, “maripiéndola” o “pripiéndola”, habiéndose recogido infinidad de variantes de las mismas.
Por otro lado, se trata de un ave migradora que pasa el otoño y el invierno en la mitad meridional de África. Esto viene motivado por su dieta, basada principalmente en invertebrados, en especial escarabajos, mariposas y sus orugas, arañas, babosas y caracoles. Pero también le encantan los frutos y bayas dulces como las moras y, particularmente, los higos, de los cuales obtiene las reservas necesarias para su dilatado periplo otoñal hasta los lejanos cuarteles de invernada africanos. Esta preferencia alimenticia da lugar a otro grupo de nombres vernáculos que se le aplican en algunos lugares de Zamora, como es el caso de “brevera” y “papahigos”.
