
En estos días en que nos encontramos inmersos en pleno paso migratorio postnupcial, crecen considerablemente las probabilidades de toparnos con el más críptico y singular de los miembros de la familia de los pícidos o pájaros carpinteros. A los ejemplares de nuestra población reproductora nativa se van a unir ahora una cantidad notable de torcecuellos procedentes de otras áreas de cría europeas que atraviesan nuestro territorio camino de sus áreas de invernada.

La verdad es que el torcecuello euroasiático (Jynx torquilla) resulta muy diferente de sus parientes, tanto por sus colores discretos -aunque combinados en un precioso e increíble dibujo- como por su incapacidad para picar la madera, tan característica y definitoria de los restantes miembros europeos de la familia. Pasa desapercibido con facilidad, más ahora que no canta. Al levantar el bando de gorriones que picotean entre la hierba corta o en la grava del camino, percibimos una pequeña ave de tamaño no mucho mayor y coloración igualmente pardo grisácea, pero de vuelo diferente, que se posa en un árbol próximo. Enfocamos los prismáticos y descubrimos con sorpresa y alegría que se trata de un torcecuello.

Nuestra población nidificante se encuentra ampliamente distribuida por la provincia, estando presente en todas sus comarcas. Resulta más abundante en las del noroeste (Sanabria, La Carballeda, Aliste) y el sureste (Tierra del Vino) donde dispone de mayor cantidad de hábitat favorable, siendo más escaso y localizado en áreas muy deforestadas como Tierra de Campos y Tierra del Pan. En el municipio de Zamora es relativamente frecuente, criando de forma extendida por el mismo, incluyendo áreas prácticamente urbanas como las riberas del Duero a su paso por la ciudad o el bosque de Valorio.

El torcecuello elige una gran variedad de hábitat arbolados abiertos, desde dehesas y bosques claros de robles y alcornoques a sotos, castañares, plantaciones viejas de frutales y campiñas arboladas. Básicamente, precisa de la presencia de árboles planifolios maduros con huecos para criar (utiliza habitualmente los viejos nidos de otros pícidos) y terrenos despejados sin cultivar con abundantes hormigueros, puesto que las hormigas son su alimento favorito. El deterioro o destrucción de su hábitat y la desaparición de sus presas están causando una disminución muy importante de sus poblaciones, hasta el punto de que ha sido incluido en la categoría de «vulnerable» en la lista roja de las aves de España.

Nuestros torcecuellos son casi completamente migradores. Las primeras observaciones se producen en la primera mitad de marzo aunque algunos años no se detecta hasta comienzos de abril, mientras que los últimos van pasando durante la primera quincena de octubre. Sin embargo, casi todos los inviernos detectamos algunos individuos que se quedan entre nosotros durante todo la estación fría, sobre todo en áreas ajardinadas de la ciudad de Zamora y su entorno.
