Hace unos días, en pleno anochecer, disfrutábamos Isabel Martín y yo con los vuelos sincronizados y acrobáticos de una pareja de águilas perdiceras en un hermoso paraje del occidente zamorano, cuando descubrimos en lo más alto de una ladera, a un kilómetro aproximadamente de nuestra posición, las características siluetas de una corza y un corcino bastante crecido.
Cambiamos al momento el foco de nuestra atención orientando el telescopio hacia el punto donde se hallaban los cérvidos y cuál fue nuestra sorpresa al comprobar que no éramos los únicos que se habían fijado en ellos. Durante varios minutos ambas águilas se dedicaron a acosarlos efectuando agresivos picados contra ellos, lo que obligó varias veces a la corza a interponerse delante de su cría y, finalmente, refugiarse los dos en lo más espeso del piornal.
Aunque en un primer momento la impresión fue de que había intención venatoria por parte de las rapaces, creemos que lo más probable es que se tratara de una reacción de territorialidad y defensa del nido pues los corzos fueron atacados a menos del 100 m del mismo.
Que cosas pasan en la naturaleza, y que suerte poder avistarlas y saber contarlo tan bien
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